Cómo una mancha de helado y unos mocos fueron una lección de islam.

¡SALAM ALEIKUM!

Te voy a contar algo muy personal.

Hace tiempo atrás conocí a Latifa en un pueblo cerca de mi ciudad, fui a pasear. Me gustaba ir a sitios desconocidos e imaginarme como podía ser la vida en ellos.

Conocí a Latifa cuando me manché de helado y se rió al ver la escena, se acercó y me ofreció un pañuelo  de papel de esos que al restregarlo con algo húmedo se deshace y dejan la mancha peor aún.

Ella reía sin parar. Era risueña, tenía como 25 años, su risa era contagiosa y comenzamos a hablar, conocía mucho del mundo de la mecánica (cosa que a mí me interesaba bastante) y olía siempre a pan recién horneado (seguro sabes de lo que hablo, conoces ese olor).

Tenía un hijo que no recuerdo su nombre pero yo le llamaba “pelotita” porque siempre tenía la cara llena de mocos, no sé como lo hacía pero a pesar de que Latifa siempre lo limpiaba, al minuto su carita estaba sucia de nuevo, era una bolita mocosa pero adorable.

Nos hicimos amigas, pasábamos horas hablando de mecánica, de libros, de islam en nuestro banco de la plaza del pueblo y siempre me decía:

—Tengo tantas ganas de aprender fiqh, memorizar el qur’an pero con el niño y la casa no me queda a penas tiempo —exclamó.
—Has de buscarlo, porque no sabemos cuánto tiempo nos queda en esta dunia. Dedica tiempo al estudio del islam aunque sea breve pero de manera constante—respondí como consejo.

Disfrutaba mucho de su compañía. Te preguntarás el por qué te cuento todo esto, espera un poco y lo sabrás.

Un día mientras la esperaba sentada en nuestro banco de siempre a nuestra hora de siempre, no vino, pensé que estaría enferma, la llamé y nada. Me quedé preocupada.

Al día siguiente tenía que limpiar a una señora que murió en accidente de coche, me lo habían comunicado desde la mezquita de mi ciudad y no podría ir con Latifa a la hora de siempre en nuestro banco de siempre, le dejé un mensaje.

Habitualmente me pongo algo nerviosa cuando voy a lavar un cadáver. Cuando abrí la asquerosa bolsa donde estaba el cadáver vi a Latifa. Era ella.

Había muerto junto a su hijo y ya no habría más momentos junto a ellos. Su esposo sobrevivió. Pero ella y “Pelotita” no lo hicieron.

Me tragué mis lágrimas y los lavé con el amor y la sunnah que siempre hago y más aún, porque conocía sus almas, su historia, su belleza, sus sueños.

Gracias a una mancha de helado en mi yilbab pude crecer como persona y aprender cosas que no sabía que aprendería en aquel verano con olor a pan.

Aprendí que nadie sabe cuanto tiempo va a estar aquí y que el estudio del islam es algo que no se puede posponer por nada porque son las únicas obras que nos llevamos a la tumba en el momento que Allah decreta y es lo más inesperado y lo único que es seguro.

Todos vamos a saborear la muerte, no pensemos que tenemos tiempo.

No hay edad, no esperes a tener arruguitas, ni pienses que a ti aún no te va a pasar.

Latifa y “Pelotita” fueron una lección enorme para mí y aprendí a vivir la vida intensamente. Pero no como la gente piensa o espera sino como se debe, dedicada al estudio del islam y a la adoración a Allah.

Por eso te aconsejo que leas, que estudies, que no te fíes de lo que la gente te diga en el islam, sino que lo aprendas de lo que es seguro, de las fuentes correctas: el qur’an, la sunnah y los libros de los sabios, de nadie más y es por ello que amo mi tienda porque sirve, porque ayuda, porque en ella hay un poco de Latifa también.

Los libros no te evitarán la muerte pero sí te evitarán presentarte ante Allah con malas obras o con ignorancia. Yo te garantizo que en ella solo hay libros correctos y fiables y por eso llevan nuestro sello.

En fin serafin, en nuestro Telegram puedes descargar el pdf que escribimos sobre los aspectos referentes al Qur’an, muy útil porque recopilamos elementos muy importantes sobre nuestro libro sagrado.

 

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